“La única manera de tener un amigo es ser uno”. Ralph Waldo Emerson.
Por mera casualidad me tope con esta frase y me hice una pregunta: ¿He sido yo un amigo? Para responderla, recordé cada una de esas etapas significativas en las que cultive algún tipo de amistad con otras personas:
La primera es la que comprende la niñez y el paso por la primaria. Esta etapa, en la cual carecemos de toda experiencia, está marcada por una fantástica autenticidad. Los niños y niñas en una mayoría abrumadora, no distinguen clase social, religión, color de piel, preferencia sexual… ¡Uno es amigo de todo aquel que se cruza en su camino y lo trata de manera agradable! Crecí en una zona rural al sur de Costa Rica y bastaba con detalles tan simples como jugar en los recreos, que te regalaran una postalita de fin de año, caminar juntos a la escuela o hasta una sonrisa para decir con orgullo: “yo soy amiguito (a) de él o ella”. Recuerdo con particular entusiasmo que yo fui mas allá de la amistad ya que hasta novia tuve en esa época (Hellen) y no recuerdo haber hecho mayor esfuerzo para impresionarla y que se fijara en mí…
Una segunda etapa nos llega con la adolescencia, que en el desarrollo normal de nuestras vidas coincide con la Secundaria. A pesar de lo difícil que resulto ser adolescente, lo disfrute al máximo. Y es que, ¿Quien no quisiera volver a la magia del Colegio sabiendo todo lo que sabemos ahora y con el mismo grupo de secuaces? Estoy seguro que todos vivimos experiencias inolvidables en esa época: las mas tontas travesuras, ser mejores promedios o tan solo ganar el año, formar parte de organizaciones como los Clubes 4-S o La Cooperativa, participar en actividades deportivas y artísticas de diversa índole, ser becado para ir un año a Estados Unidos son solo algunas de las que recuerdo. Todas ellas me marcaron para bien como persona y si, ninguna de ellas hubiese sido lo mismo sin la compañía de mis amigos.
La tercera etapa, para los que la hemos vivido es la Universidad. Yo tuve la dicha de asistir a una pública. Este periodo presenta sin duda una estrepitosa alteración en nuestra realidad. Empezamos a sentir el dolor de la separación y aunque quisiéramos seguir por la vida con nuestros compañeros de siempre, llega el momento de tomar decisiones a nivel personal: ¿qué quiero estudiar? Por un tiempo corto nos quedamos solos y con la extraña sensación de no conocer a nadie. La experiencia universitaria abrió un catalogo de posibilidades que me cruzaba con muchos jóvenes entusiastas que hoy son profesionales en las más diversas ramas. Me tope con las más variadas procedencias, filosofías, gustos, ritmos musicales, pasatiempos, en fin, ahí uno se cree el mejor porque sabe un poco de todo, y bueno lo que más le conviene es ser amigo de todos; hasta de los profesores…
En la cuarta de las etapas: la vida profesional o “the real world”, parece ser más difícil hacerse de un gran número de amigos. La gente con la que te relacionas empieza a valorar que fue lo que estudiaste (o lo que no estudiaste), te miden por experiencia, por cuanto sabes sobre sus temas favoritos, por desempeño y lo peor, por lo que tienes o dejas de tener. Es más difícil porque el proceso se convierte de algún modo en competencia y el tiempo para actividades que no estén planificadas parece inexistente. Sin embargo, los amigos que he logrado cultivar en mis trabajos, son los que ahora también llamo “contactos” o posibles generadores de nuevas oportunidades laborales y de negocios.
En el transcurrir de estas etapas, lo que más perdura es: la identificación con la causa del otro, la complicidad, el apoyo moral, los momentos inolvidables, las conversaciones agradables, ayuda cuando más la hemos necesitado y si, ¡el recordatorio constante de todos nuestros defectos! Por todas estas razones tengo que decir con orgullo que si considero haber sido y seguir siendo un buen amigo.
Una quinta etapa está por venir y desconozco como será. Si bien es cierto que ya no volveré a ver a muchos de los que hoy he recordado, lo que si puedo decirles es que estén donde estén, estén haciendo lo que sea que estén haciendo y se acuerden de mi o no, yo si los recuerdo y les agradezco todo lo bueno que han aportado a mi vida
Para ustedes, unos simples consejos: primero, sean amigos de sí mismos. Si pueden, busquen a sus amigos de todas las etapas para ver como están, les aseguro que habrá muchas sorpresas. Si alguno de sus amigos decide hacer cambios en su vida, dense el gusto de felicitarlo o apoyarlo. No busquen tener muchos amigos, sino más bien tengan amigos verdaderos. No pretendan ser amigos de alguien por conveniencia, eso es condenarse a terminar sin ellos. Sean amigos de las personas por saber cómo serlo. Y por último, valoren a quienes consideran y los consideran sus amigos.
Algo que no deja de parecerme curioso es que todos nacemos sin amigos, pero morimos con los necesarios…
